Antología Escritoras Americanas

CAPÍTULO IV – Ana Istarú (San José/Costa Rica)


IV (La estación de fiebre)

Ahora que el amor
es una extraña costumbre,
extinta especie
de la que hablan
documentos antiguos,
y se censura el oficio desusado
de la entrega;
ahora que el vientre
olvidó engendrar hijos,
y el tobillo su gracia
y el pezón su promesa feliz
de miel y esencia;
ahora que la carne se anuda
y se desnuda,
anda y revolotea
sobre la carne buena
sin dejar perfumes, semilla,
batallas victoriosas,
y recogiendo en cambio
redondas cosechas;
ahora que es vedada la ternura,
modalidad perdida de las abuelas,
que extravió la caricia
su avena generosa;
ahora que la piel
de las paredes se palpan
varón y mujer
sin alcanzar el mirto,
la brasa estremecida,
ardo sencillamente,
encinta y embriagada.
Rescato la palabra primera
del útero,
y clásica y extravagante
emprendo la tarea
de despojarme.
Y amo.

Yo, la hembra fiera

Yo, la marsupial,
la roedora,
la que no tiene tregua,
la que ha juntado ramas,
la que escoge las hierbas con las zarpas heridas,
la que gasta los cobres de su lengua
para fraguar el nido
y está midiendo el viento,
y acapara el lado oculto
de todas las colmenas,
la que atina a mirar los trajes de la luna
y quiere desovar,

la que fue fecundada
con un polen antiguo
y está que la revienta
la gloria de la estirpe,
n la que tan sólo espero un signo de los astros
para tirarme
con un rugido ronco a dar a luz,

yo, la hembra fiera,
la traidora,
la taimada,
la que a la muerte ha echado
a perder
su cacería.

Una hija conduce a su madre hasta el sueño.

Yo hablé con el pedazo de mi madre
que no quería morir se resistió
fue el potro que pierde la cordura
y es nervio cercenado ante la muerte

por la esgrima de fuego que sostuvo
tuvimos que enterrarla maniatada

yo pude hablar con esa jarra fría
de sangre que se muere
yo vi un dios reventado vi una estaca
de pólvora en su pecho

y a ese trozo de oído que latía
como una seda sacra
como el último barco
como el pulso final de flama de una astilla

a ese tercio de madre que me resta
y pesa más que el mundo
y es el diamante hirviente
que entierro entre mis ojos

a ese frasco de fe que me cedieron
clementes cirujanos desolados
le pude hablar
decirle

adiós pequeña
duerme
no habrá bestias feroces entre la oscuridad

Alumbramiento.

Vino de mí
salió del fondo
el médico aplaudía
yo vine con el mar en la barriga
como un intenso parasol
un mapamundi

yo era la esfera que rodó en la madrugada
de corazón latí como un caballo
lo digo así

es que la crin
me perfumó

el vientre se movía
como suelen moverse los rebaños
venía con mi molusco mi amapola
mi potranco
con mi gorrión redondo

yo no podré faltar jamás me dije
a nuestra cita
así que estoy aquí
con esta fiesta
brincando por el talle

hice mi baile de rosas
mi aleteo
mugí como los barcos
el vientre daba vueltas

me esperaba
oculta en el carmín
donde el médico buscaba con su ceño

yo empujaba
el ventarrón del orbe en mi testuz
soplaba como un faro
como los dioses marinos de los cuentos
una granada real a punto de volar

recuerdo que por suerte
César me retuvo del cabello
estaba emocionado
sin saber si tintinear o si envidiarme
de entero dedicado a mis pulmones
expirando inspirando y expirando
me miraba de adentro de sus ojos
como sólo una vez me mirará
en toda la vida de su vida
y a mi vientre que cambia de paisaje

y así
vino de mí
salió del fondo
nos bendijo de un golpe con su grito
se puso a beber sol como una fiera
de lana o amaranto

yo estaba enamorada y me reía
de loca de centella de rodillas
quería besar el sexo el vellocino
de César que lloraba
tomar a mi criatura
correr a derrocharla por las calles

qué llovizna de leche que cabalga
toda la luz del mundo en el pezón

Necesito

Yo no puedo hacer un poema
con sólo la luz de una mano
y los músculos tenues de las palabras,
como quien agrega al aire
un argumento de pétalos
para inclinarlo sobre el pasto,
o como quien agujerea de pasos y cantos
la alegría de asfalto que va despidiendo la carretera.
Yo necesito un sol
para poder trazar los cerros,
agua de platas pedregosas
con que doblegar los labios,
yo, que guardo una cigarra
con el idioma alto de los campanarios.
Y una mañana de bocas
donde iluminar mi cuello.

Este país está en el sueño
(fragmentos)

que digan yo lo admito que no existe
pondré no importa mi piel por territorio
este país no es nada no hubo nunca
este país no ocurre
está en el sueño
mi boca se desangra
no es nada nunca y es todo cuanto tengo
si no de dónde vengo
si no es de este asterisco
y este país no existe
estoy por tanto un tanto consternada
yo no inventé la lluvia sin embargo
que nadie me la arranque
es el agua quien define esta frontera
este glóbulo de luz
este barquito mísero y amado
donde el cielo deviene catarata
me importa un pito
yo nada tengo contra octubre
muy al contrario
yo sé que no hubo historia
si acaso fuimos un rumor maledicencias
un trillo nebuloso la huérfana del mundo
no tuvimos virrey qué pretensiones
tuvimos eso sí
me reconforta
a Juan don Juan y don Juanito
( Santamaría por supuesto y Mora y Mora)
pero somos pocos en saberlo
me alegra tanto decir que nuestro héroe
el único por cierto
era moreno descalzo pobre campesino
para colmo era un chiquillo
luchó qué novedad contra los yankis
podría besarlo
con tanto hollín se atoran las palabras
quiero llorar zurcirle las heridas
esto está hecho y consumado
tenemos héroe para rato
y qué carajo a ver quién me lo quita

este país no es
y qué me importa
puedo tomar mis venas tejerle un barrilete
que digan yo lo admito que no existe
yo no inventé la lluvia y sin embargo
yo sé que no hubo historia
estamos entre tanto por hacerla

estoy un poco triste
puedo donar mi traje hacer las velas
amar con un amor inenarrable
este terrón del aire adonde vine
pondré no importa mi piel por territorio
este país está en el sueño que nos toca
sobre la faz del mundo
que nadie me lo arranque
es todo cuanto tengo
más este corazón para simiente

y qué carajo a ver
con tanto amor
quién me lo quita

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